Los cadáveres se amontonan en la morgue de la ciudad ucraniana de Mikolaiv
En el patio del instituto forense donde se encuentra la morgue de Mikolaiv, ciudad ucraniana a orillas del mar Negro, la nieve cae incesante sobre los cadáveres envueltos en bolsas de plástico grises, a la espera de ser evacuados.
En una de estas imágenes escalofriantes, un cadáver yace con las manos juntas, como si estuviera rezando. En realidad estaba lanzando cócteles molotov cuando los rusos lo atraparon, explica un empleado de la morgue. Le ataron las manos y lo ejecutaron, agrega.
En los ruinosos locales forenses de esta ciudad atacada por los rusos, otros cadáveres yacen en el suelo por falta de espacio. El olor a muerte, mezclado con el del desinfectante, está por todas partes.
"Nunca vi algo parecido. Pensábamos que lo peor que nos podía pasar aquí eran los accidentes de coche", dice Vladimir, uno de los empleados de la morgue, cigarrillo en mano. Con sus colegas, trabaja sin parar.
Entre los muertos están las víctimas de la guerra, civiles y soldados, pero también los que fallecieron por causas naturales.
Los médicos realizan autopsias en condiciones antihigiénicas. Para llegar a la cámara frigorífica donde se amontonan los cadáveres de las víctimas de un bombardeo que tuvo lugar unos días antes en Ochákiv, a unos kilómetros de Mikolaiv, hay que pasar por encima de varios cuerpos desnudos.
- "Tan jóvenes" -
Vladimir vuelve a cruzar el patio y abre una puerta que da paso a una pesadilla. Una treintena de cadáveres yacen en el suelo. Dos soldados con traje militar, uno de ellos destripado, están apilados uno sobre el otro.
"Son tan jóvenes, más jóvenes que mi sobrino", lamenta Vladimir. También hay un militar ruso al fondo del local, asegura. "Los mantenemos alejados", señala.
Un empleado retira cuidadosamente una cadena del cuello de un cadáver, que se usará para su identificación.
Violentos combates y bombardeos rusos tienen lugar en Mikolaiv y su región, pero los ucranianos resisten y hace algunos días, recuperaron incluso el aeropuerto ubicado más al norte.
La ciudad es estratégica porque constituye la última etapa antes de la gran ciudad portuaria de Odesa.
"Desde el inicio de la guerra, recibimos 120 cuerpos, entre ellos 80 soldados y 30 civiles", explica cansada Olga Dierugina, la directora del instituto forense. Entre las víctimas civiles, el más joven era un niño de tres años y el mayor un hombre de 70 años, precisa.
Algunos cuerpos son difíciles de identificar, sobre todo entre los 19 cuerpos que llegaron de Ochákiv hace dos días. Para tratar de tener más información sobre sus identidades, se toman muestras de ADN y los expertos observan tanto los tatuajes como las joyas.
Los cuerpos de los soldados son enviados a su región de origen. "Todos son muy jóvenes, nacidos en 1990, en 2000...", explica Dierugina. "¿Lo que siento hoy?", pregunta. "Miedo. Todos tenemos hijos", reflexiona tras un momento de silencio.
La doctora se seca las lágrimas e intenta mantenerse tranquila. "Aquí, en Mikolaiv, todavía está bien, pero mis padres están en Chernígov (en el norte), no logran ser evacuados", dice.
En el instituto forense, 15 de sus colegas huyeron hacia el oeste mientras unos 60 siguen trabajando, 20 de ellos en la morgue.
"No puedo agradecerles lo suficiente", dice la responsable. Según ella, la situación sigue bajo control en Mikolaiv, pero "nos dirigimos directamente a un desastre humanitario si esto continúa", prosigue.
Fuera de la morgue, algunas familias esperan en silencio bajo la nieve.
A.Williams--TFWP